Me detengo un segundo para observarlo de cerca, y sonrío. Está nervioso, pero sus grandes ojos azules me miran sin vacilar. Sin mediar una palabra busca mis labios, deteniéndose en ellos, sin prisa, pero sin pausa. Sus manos buscan mi vestido, y en un abrir y cerrar de ojos ya no lo tengo. Uf ! Me abraza contra él, no me permite pensar, ni respirar apenas. Mi corazón cogió su compás y ahora no hay quién lo calme.
Y, sin más, me dejo llevar.