viernes, 9 de septiembre de 2011

I.

La noche en la que se despertó gritando por enésima vez, supo que ésa iba a ser la última. Empapada de sudor, cerró los ojos con fuerza y comenzó a contar los segundos que faltaban para que sus padres irrumpieran en la habitación. Intentó acompasar su respiración de un modo u otro, pero fué inútil. Se dispuso a esperar a la barabunta que entraría en cosa de pocos minutos, pero no llegó nunca.
Era cierto que llevaba diciéndoles mucho tiempo que no se preocuparan, pero nunca creyó que la harían caso. Parecía estar oyendolos :
- " Julia, tú no te preocupes, ¿ vale ? Que todo va a salir bien "
-" Papá, estoy bien. De vez en cuando tengo pesadillas, pero cada vez son menos vívidas "
La cuestión esque Mamá no se lo creía, y debido a eso, seguian acudiendo noche tras noche.
Ni siquiera Marina, su hermana pequeña, había podido sobrellevar la situación con normalidad. Se tenía que haber cambiado de habitación después de que sus gritos no la dejaran dormir noche no y noche tampoco.
Suspirando, se tumbó de espaldas en la cama, pensando en nada y en todo. En unas pocas semanas terminaría aquel pésimo verano, y vendría de nuevo un pésimo curso. Los ojos se le empañaron, preguntandose si le quedaría alguna fortaleza para soportar otros 9 meses de curso. Pero había algo en su interior que le susurraba que no sería capaz.



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