Pues eso, que estoy harta. Que todos los días estamos igual. Que me cansa. Que yo tengo un límite. Puede que esté enfadada. ¿Cómo que puede ? Lo estoy. Sí. Y mucho. Y no debo hablar cuando estoy enfadada. Pero en todo caso, ¿ qué más da ? Si total no te lo voy a decir. Si no puedo. Y mira que quiero. ( Creo ). Pero esque me lo pones tan dificil... Me lo pone tan difícil tus cambios de humor, oh sí ! Eso es lo que más me enfada. O que pases de mí, y luego te desvivas por saber que me pasa. En este punto parezco una enamorada, ¿ verdad ? Pues que triste. Sería mucho más fácil si lo estuviera. ¿ No crees ? Pero sabes que no soy así. Me muero por las cosas que no tengo, y suelo despreciar o agobiarme con las que tengo. Una mente inquieta, ¿ no ves ? La has liado. Y mucho. No debería gustarte, ¿ sabes ? Como ya te dije, es una pérdida de tiempo. Te acabará doliendo, si no lo hace ya. Creo saber que tienes un antídoto por ahí. Aprovéchalo. Es guapa. Déjame ir. Es más seguro. Porque ya ni creo entender que pasa. Parece que se rompió el hilo de algún pensamiento, y nos quedamos en algún lugar de la nada. Sin saber que hacer. Pero bueno. No se puede hacer nada, ¿no? Lo único que espero es que tengamos ocasión de hablar. De entendernos. Difícil es que hablemos claro, pero se intentará. Porque tú no vas a ser sincero, si algo te conozco. Que me sé tus dos caras como si fueras mías. Y yo tampoco lo seré. No es tan fácil abrirse así como así. Hace falta tiempo, confianza. Nosotros carecemos de esas cosas. En fin. Se nace con unas cartas, y se muere aprendiendo a jugar con ellas. Eso es lo que nos toca. Si total no pedimos nada. Antes era todo mucho más fácil, pero para atrás ni para coger impulso. O eso dicen. ¿ Sería tan difícil ? No sé. Mímame, pero no me agobies. Hazme rabiar sin enfadarme. Haz tu vida, déjame hacer la mía, pero tampoco te vayas. No te alejes. Pido mucho, y lo sé. Sólo he conseguido un pacto de estabilidad con una persona, y a veces no va. Se atasca. Puede que contigo sea más fácil. Si no te portas como un niño enrabietado y yo soy madura, lo podemos conseguir. O quizás no quiera. Porque ... las cosas avanzan. La vida sigue,como un río. ¿ Quién nos dice que una vez empezado podremos parar ? Porque yo me agobio. No quiero nada, y lo sabes. Y tú si lo quieres. Pero la amistad es difícil de conseguir en este punto. Yo y mi imán para los problemas. Problemas y pitostes, he de añadir. Qué raro. ¿ Ves ? ¿ Qué te dije ? Tanto hablar para no decir nada. Absolutamente.
Voy a callar ya, y daré paso al silencio. Transmite más cosas de las que podemos expresar mediante palabras. Sólo espero cogerte un día por banda, y hablar claro. Aunque nos sea imposible.
Vaya, creo que vuelvo a sonar enamorada. Pues que triste.
De dentro a fuera.
miércoles, 1 de febrero de 2012
sábado, 5 de noviembre de 2011
VI.
Julia subió las escaleras de madera de tres en tres para coger una chaqueta. Las maletas estaban puestas en una habitación totalmente desordenada, a mitad de camino entre el reino de lo absurdo, la genialidad y un trastero. Cogió una cualquiera, y se apresuró a salir por la puerta silenciosamente. Hacía tanto que no paseaba de noche... De hecho, le encantaba, pero el último medio año no había sido el mejor para ese tipo de placeres. Caminó despacio mientras enfilaba la calle de sus tíos. La bienvenida y la cena habían sido las esperadas. Todo el mundo había respetado su actitud taciturna , achacándola al cansancio del viaje, y ella no se había esforzado en corregirlos. Así había podido escaparse pronto de la mesa para salir a tomar un poco el aire. No se lo había planteado hasta ahora, pero le extrañaria mucho que su madre se enfadara. No en ese pueblo. No ese día.
Si mal no recordaba, existía aún una pequeña estación de tren donde solía ir de pequeña. Estaba practicamente abandonada, ya que el pueblo no era el destino preferente del turismo, ni mucho menos, así que solamente pasaba un tren al día, para llevar a los viajeros a la capital.
Caminó acariciando las blancas murallas, cerrando los ojos ante el tacto. Se sentía inexplicablemente feliz. Era lo que llevaba tanto tiempo deseando. Un lugar donde comenzar de nuevo. Otra oportunidad, que se extendía ante sus ojos. Era como si, después de tantas penurias, la vida le donara un pequeño frasco de esencia de Felix Felicis para usarla como dispusiera. Le costaba tanto asumirlo que tuvo que morderse el labio varias veces para comprobar que estaba en lo cierto.
La pequeña estación se encontraba enfrente de ella. Enana, blanca y coqueta, tal y como la recordaba.
Una ligera capa de rocío cubría los rojos bancos que se situaban frente a ella, y la luna se reflejaba en los raíles, dándoles un matiz azulado.
Julia se quitó las bailarinas, para sentir mejor el frío de la noche. Se sentó en el andén, con las piernas balanceándose sobre la vía, y dió un largo suspiro. No tardó en percatarse de que sentía predilección por este lugar, cuando apenas llevaba cinco minutos en él. Algo en su interior se sentía atraido por el aura que desprendía la estación,y de repente supo que allí iba a pasar la mayor parte del año. Quizá porque le recordaba tiempos mejores. Quizá porque no parecía real. Quizá porque parecía sacada directamente de un cuento de hadas. En todo caso. ¿ qué mas daba ?
Si mal no recordaba, existía aún una pequeña estación de tren donde solía ir de pequeña. Estaba practicamente abandonada, ya que el pueblo no era el destino preferente del turismo, ni mucho menos, así que solamente pasaba un tren al día, para llevar a los viajeros a la capital.
Caminó acariciando las blancas murallas, cerrando los ojos ante el tacto. Se sentía inexplicablemente feliz. Era lo que llevaba tanto tiempo deseando. Un lugar donde comenzar de nuevo. Otra oportunidad, que se extendía ante sus ojos. Era como si, después de tantas penurias, la vida le donara un pequeño frasco de esencia de Felix Felicis para usarla como dispusiera. Le costaba tanto asumirlo que tuvo que morderse el labio varias veces para comprobar que estaba en lo cierto.
La pequeña estación se encontraba enfrente de ella. Enana, blanca y coqueta, tal y como la recordaba.
Una ligera capa de rocío cubría los rojos bancos que se situaban frente a ella, y la luna se reflejaba en los raíles, dándoles un matiz azulado.
Julia se quitó las bailarinas, para sentir mejor el frío de la noche. Se sentó en el andén, con las piernas balanceándose sobre la vía, y dió un largo suspiro. No tardó en percatarse de que sentía predilección por este lugar, cuando apenas llevaba cinco minutos en él. Algo en su interior se sentía atraido por el aura que desprendía la estación,y de repente supo que allí iba a pasar la mayor parte del año. Quizá porque le recordaba tiempos mejores. Quizá porque no parecía real. Quizá porque parecía sacada directamente de un cuento de hadas. En todo caso. ¿ qué mas daba ?
viernes, 4 de noviembre de 2011
V.
El coche se detuvo con un suave ronroneo. Una torre blanca proyectaba una larga sombra sobre las casas que se encontraban en sus inmediaciones, dándo la impresión de que eran mucho más pequeñas de su tamaño real. Julia se bajo del coche, y el aire le erizó la piel. Miró a un lado y a otro de la calle,y, sin poderlo evitar, se sintió como en casa. Frente a ella, se extendia una alfombra verde cercada por la calle, a su vez rodeada de los cuatro torreones que cerraban el pueblo. Giró sobre sí misma para encontrarse con su madre, que, con los ojos puestos en el horizonte, le sonreía abiertamente. Lentamente, Julia se dirigió a la puerta delantera para sacar a su hermana del coche, y luego fué a coger las maletas. Esta momentanea ( pero fingida ) hiperactividad tenía como principal objetivo atajar cualquier intento de inicio de conversación por parte de su madre, ya que no estaba segura de sí, al contestar, le saldría la voz.
Por fin, cuando hubo finalizado todas las tareas posibles, echó a andar sin esperar a nadie a lo largo de la calle, hasta pararse enfrente de la puerta de los tíos. Julián debía haber finalizado la mudanza hacía algunas horas , ya que su camión estaba aparcado con una rueda sobre la acera, como era costumbre, y esto sólo sucedía cuando las cosas marchaban bien.
Así pues, cogío aire, y se preparó para las bienvenidas y demás saludos típicos de un pueblo pequeño. Hecho esto, se armó de valor y tocó la puerta.
Por fin, cuando hubo finalizado todas las tareas posibles, echó a andar sin esperar a nadie a lo largo de la calle, hasta pararse enfrente de la puerta de los tíos. Julián debía haber finalizado la mudanza hacía algunas horas , ya que su camión estaba aparcado con una rueda sobre la acera, como era costumbre, y esto sólo sucedía cuando las cosas marchaban bien.
Así pues, cogío aire, y se preparó para las bienvenidas y demás saludos típicos de un pueblo pequeño. Hecho esto, se armó de valor y tocó la puerta.
lunes, 10 de octubre de 2011
IV.
Cuando abrió los ojos, todo habia cambiado. Era luz de mediodía, y se proyectaba de forma tenue sobre los campos. Donde antes habia habido edificios, parques, asfalto y gente, ahora, un halo verde lo envolvía todo. Entornó los ojos para ver y forjarse una mejor idea sobre el paisaje de su alrrededor. Su primer vistazo no le había traicionado, aquel paraje parecía haber salido de un cuento para niños. Había ido muchas veces al pueblo de los tíos, pero desde lo que había pasado, siempre habían venido ellos, así que no tenia una idea clara de lo que era volver al pueblo.
Avanzaban por una sinuosa carretera que ascendía poco a poco por un pequeño cerro. A ambos lados del camino, el trigo y las malas hierbas crecían a su antojo, lo que le daba un aspecto de desaliño a propósito. Julia bajó la ventana para poder aspirar el olor de aquellos campos, y , al tiempo que lo hacía, cerró los ojos. La esencia de la naturaleza, en una convivencia pacífica con la civilización, la golpeó de lleno, y tuvo la sensación de que nada , absolutamente nada, volvería a ser cómo antes.
Avanzaban por una sinuosa carretera que ascendía poco a poco por un pequeño cerro. A ambos lados del camino, el trigo y las malas hierbas crecían a su antojo, lo que le daba un aspecto de desaliño a propósito. Julia bajó la ventana para poder aspirar el olor de aquellos campos, y , al tiempo que lo hacía, cerró los ojos. La esencia de la naturaleza, en una convivencia pacífica con la civilización, la golpeó de lleno, y tuvo la sensación de que nada , absolutamente nada, volvería a ser cómo antes.
miércoles, 5 de octubre de 2011
III.
It's time to do it now and do it loud "
Iba sentada en la parte trasera del monovolumen, mientras el sol le acariciaba quedamente la piel. Llevaba los cascos, y escuchaba una canción de My Chemical Romance. En parte para no pensar, en parte para evadirse, ya que su hermana llevaba preguntando desde que se habian montado en el coche cómo iba a ser vivir en un nuevo lugar. " Qué pesada " , pensó con una sonrisa, pero se percató de que si las circustancias fueran otras ella también estaría bombardeando a Raquel a preguntas.
Como si de una película se tratara, la ciudad en la cual había vivido toda su vida desaparecía al compás del viento. Los altos pisos, los jardines, las calles, eran dejadas atrás con rapidez. Julia no sintió ante esta escena ni un mísero ápice de tristeza. Era como si contemplara la escena desde fuera, de forma totalmente apersonal.
Con cuidado, se quitó los cascos y se dirigió a su madre para preguntarle cuanto faltaba para llegar. Raquel, sorprendida y aliviada porque su hija no siguiera encerrada en el mundo de la música, ajena a todo y a todos, levantó la vista de la carretera.
- Pues la verdad esque no lo sé.. tu padre siempre conduce cuando vamos al pueblo de los tíos - admitió con una sonrisa avergonzada.
Pero calculo que no mucho, ya que papá y Julián ya han llegado, supongo que unas 4 horas más..
- Entonces, voy a ver si duermo un poco, ¿ vale ? Que con este sol ...
Raquel sabía de sobra que no iba a dormir, si no que iba a entregarse de nuevo a los confines de su mente, pero no dijo nada, y asintió con la cabeza.
Ella se recostó con suavidad contra el asiento, y se recogió el largo pelo ondulado en un moño, para que no le molestara. Trasteó el MP3 hasta encontrar la lista de reproducción de Vetusta Morla, giró la cabeza hacia el lado del sol, y cerró los ojos, sumergiéndose en sus pensamientos.
miércoles, 14 de septiembre de 2011
II.
Más o menos a las seis de la mañana, Julia se incorporó debido al ruido procedente del exterior. Somnolienta aún, subió la persiana y sacó la cabeza por la ventana. El aire frio de la mañana le puso la carne de gallina. Entornó los ojos para ver mejor, y se percató de que el camión de mudanzas que conducía Tío Julián estaba aparcado frente a la casa. Sorprendida por este hecho, ya que no era común en él estas horas de visita, decidió bajar y echar un vistazo.
No se preocupó siquiera en calzarse, ya que le gustaba sentir el tacto de los azulejos frios bajo sus pies. Bajó con cuidado las escaleras, procurando no despertar a nadie, y se encontró a su padre apoyado en el requicio de la puerta. Estaba fumando. Julia se acercó, y apoyó la barbilla en su hombro.
- Buenos días, princesa. ¿ Ya levantada ? dijo sonriendo.
- Papá, ¿ qué es todo esto ?
Carlos suspiró, y con un gesto le indicó que se fuera a sentar a las escaleras.
- Nos mudamos, cielo. Al pueblo de los tíos.
Esperaba que la noticia cayera como una bomba, pero Julia apenas se inmutó.
- ¿ Cuando ?
- Tan pronto como puedas recoger tus cosas y meterlas en el camión del Tío Julián.
Cómo si hubiera oído toda la conversación, Julián entró en casa esbozando una gran sonrisa.
Era un hombre grande y fuerte, con un poblado bigote ya cano y ojos grandes y cariñosos.
- ¿ Cómo está mi sobrina preferida ?
- ¡ Tío Julián ! exclamó Julia abrazandolo.
- Anda, anda, deja en paz a Julia que tiene que recoger sus cosas - sonrió Carlos.
A paso ligero, Julia comenzó a subir de nuevo las escaleras. Su cabeza era un torbellino de ideas.
Cuando llegó a su habitación, comenzó a sacar ropa de los armarios, arrojándola encima de la cama. No tenía mucha, puesto que después de lo que había pasado había tenido un pequeño episodio de locura en el cual había querido romper totalmente con el pasado ( eso, por supuesto, incluía la ropa )
Al llenar casi por completo su maleta pequeña de ropa, complementos y demás cosas variadas, Julia se sentó en la cama un segundo. No tenía muchas cosas que recordaran que era adolescente, tales como posters, o fotos de amigos por toda la habitación. La única cosa que apreciaba eran los discos, de los cuales tenía miles. Cogió una bolsa de H&M y comenzó a meterlos ahí, de la mejor manera posible.
Cuando acabó con esta tarea, dió un par de vueltas por la habitación. Era totalmente apersonal, y eso le gustaba. Nadie hubiera dicho que la habitación había pertenecido a una persona desde que había llegado al mundo.
Esbozando una sonrisa extraña y cogiendo la pequeña maleta en la cual iban recogidos 17 años de su vida, Julia cerró la puerta y comenzó a bajar las escaleras.
Una nueva vida, un nuevo lugar, nuevas personas. Otra oportunidad. Todo aquello con lo que siempre había deseado la esperaba fuera.
Y por primera vez en mucho tiempo, tuvo la sensación de que nada podría salir mal.
No se preocupó siquiera en calzarse, ya que le gustaba sentir el tacto de los azulejos frios bajo sus pies. Bajó con cuidado las escaleras, procurando no despertar a nadie, y se encontró a su padre apoyado en el requicio de la puerta. Estaba fumando. Julia se acercó, y apoyó la barbilla en su hombro.
- Buenos días, princesa. ¿ Ya levantada ? dijo sonriendo.
- Papá, ¿ qué es todo esto ?
Carlos suspiró, y con un gesto le indicó que se fuera a sentar a las escaleras.
- Nos mudamos, cielo. Al pueblo de los tíos.
Esperaba que la noticia cayera como una bomba, pero Julia apenas se inmutó.
- ¿ Cuando ?
- Tan pronto como puedas recoger tus cosas y meterlas en el camión del Tío Julián.
Cómo si hubiera oído toda la conversación, Julián entró en casa esbozando una gran sonrisa.
Era un hombre grande y fuerte, con un poblado bigote ya cano y ojos grandes y cariñosos.
- ¿ Cómo está mi sobrina preferida ?
- ¡ Tío Julián ! exclamó Julia abrazandolo.
- Anda, anda, deja en paz a Julia que tiene que recoger sus cosas - sonrió Carlos.
A paso ligero, Julia comenzó a subir de nuevo las escaleras. Su cabeza era un torbellino de ideas.
Cuando llegó a su habitación, comenzó a sacar ropa de los armarios, arrojándola encima de la cama. No tenía mucha, puesto que después de lo que había pasado había tenido un pequeño episodio de locura en el cual había querido romper totalmente con el pasado ( eso, por supuesto, incluía la ropa )
Al llenar casi por completo su maleta pequeña de ropa, complementos y demás cosas variadas, Julia se sentó en la cama un segundo. No tenía muchas cosas que recordaran que era adolescente, tales como posters, o fotos de amigos por toda la habitación. La única cosa que apreciaba eran los discos, de los cuales tenía miles. Cogió una bolsa de H&M y comenzó a meterlos ahí, de la mejor manera posible.
Cuando acabó con esta tarea, dió un par de vueltas por la habitación. Era totalmente apersonal, y eso le gustaba. Nadie hubiera dicho que la habitación había pertenecido a una persona desde que había llegado al mundo.
Esbozando una sonrisa extraña y cogiendo la pequeña maleta en la cual iban recogidos 17 años de su vida, Julia cerró la puerta y comenzó a bajar las escaleras.
Una nueva vida, un nuevo lugar, nuevas personas. Otra oportunidad. Todo aquello con lo que siempre había deseado la esperaba fuera.
Y por primera vez en mucho tiempo, tuvo la sensación de que nada podría salir mal.
viernes, 9 de septiembre de 2011
I.
La noche en la que se despertó gritando por enésima vez, supo que ésa iba a ser la última. Empapada de sudor, cerró los ojos con fuerza y comenzó a contar los segundos que faltaban para que sus padres irrumpieran en la habitación. Intentó acompasar su respiración de un modo u otro, pero fué inútil. Se dispuso a esperar a la barabunta que entraría en cosa de pocos minutos, pero no llegó nunca.
Era cierto que llevaba diciéndoles mucho tiempo que no se preocuparan, pero nunca creyó que la harían caso. Parecía estar oyendolos :
- " Julia, tú no te preocupes, ¿ vale ? Que todo va a salir bien "
-" Papá, estoy bien. De vez en cuando tengo pesadillas, pero cada vez son menos vívidas "
La cuestión esque Mamá no se lo creía, y debido a eso, seguian acudiendo noche tras noche.
Ni siquiera Marina, su hermana pequeña, había podido sobrellevar la situación con normalidad. Se tenía que haber cambiado de habitación después de que sus gritos no la dejaran dormir noche no y noche tampoco.
Suspirando, se tumbó de espaldas en la cama, pensando en nada y en todo. En unas pocas semanas terminaría aquel pésimo verano, y vendría de nuevo un pésimo curso. Los ojos se le empañaron, preguntandose si le quedaría alguna fortaleza para soportar otros 9 meses de curso. Pero había algo en su interior que le susurraba que no sería capaz.
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